Preparo este email en el aeropuerto de Tenerife Norte
a punto de coger un vuelo para Madrid donde pasaré unos días junto a amigos y familia.
No tengo mucho tiempo y por eso aprovecho para compartir contigo este texto.
Quien me lo envió dijo “casi seguro que tus suscriptores que son papis, y los no papis también, lo van a disfrutar”
Y eso hago.
Porque creo que es verdad
Yo no tengo hijos
ni espero tenerlos
Pero por lo que me dicen lo que se siente por un hijo es indescriptible
Si tú también quieres tener la libertad que comenta @Ambartxu en este texto de su cuenta de Instagram → te cuento al final
Emprender hace que sientas miles de cosas.
Que tu corazón palpite hasta sentirlo.
Que crezcas y te de miedo.
Por primera vez.
Que no duermas pensando.
Y te despiertes.
En medio de la noche.
Pensando aún más.
Que no haya sábados.
Ni domingos.
Que aumente tu responsabilidad.
Por si no tenías suficiente.
Que las cosas salgan mal.
Y aprendas como nunca.
Que salgan bien.
Y celebres como jamás.
Pero sobre todas las cosas.
Tiene algo que ayer viví por primera vez.
Que mis hijos estén enfermos y que no tenga que pedir permiso a nadie para estar con ellos.
Para abrazarles.
La de veces que aún estando ellos ingresados, me he sentido culpable por “no estar donde tenía que estar”.
Cuando estaba exactamente en el lugar donde debía hacerlo.
Porque yo siempre fui de las que cogió el bolso y salió corriendo cuando me llamaban para decirme que alguno de mis niños no estaba bien.
Pero detrás de muchos “que no sea nada”, se escondían no pocos “otra vez”.
Y sí.
La vida, por suerte o por desgracia, esta llena de “otras veces”.
Para bien.
Y para mal.
Y ayer.
Cuando llegué a casa.
Le abracé toda la tarde.
Y justo en ese momento.
Olvidé todos los miedos.
Y otra vez,
desaparecieron los suyos.
Autora del texto – https://www.instagram.com/ambartxu/
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